El día que los pioneros del rap chileno grabaron juntos por primera vez: Lalo Meneses, Jimmy Fernández y Pedro Foncea
Por: Johanna Watson, periodista @jowapa
Crónica realizada para Lavozdelosquesobran.cl
El 12 de noviembre Lalo Meneses (Panteras Negras), Jimmy Fernández (Pozze Latina) y Pedro Foncea (De Kiruza), tres ilustres del hip hop y soul nacional, se reunieron en el Centro Cultural Lo Prado para registrar el videoclip de su primer single en conjunto, luego de 32 años de trayectoria y amistad musical. Aquí contamos lo que se vivió ese día y las emociones de ese encuentro.
Todo comenzó tras las exitosas charlas que el trío brindó en las dependencias del Centro Cultural Lo Prado, bajo el alero de Claudia Abarzúa, Directora de la institución. Luego de constatar el éxito de las sesiones, invitó a los músicos a grabar juntos un single, que terminó en un videoclip y un documental que recoge momentos de la grabación.
En el contexto del Covid-19 en el acceso al Centro Cultural Lo Prado hay protocolos sanitarios y el uso de mascarillas es obligatorio. Desde el hall de entrada se escuchan los beats de “Sentimientos Vitales”, la ópera prima de los músicos en conjunto.
En la misma sala donde grabaron el single, está Lalo Meneses (Panteras Negras), Jimmy Fernández (La Pozze Latina) y Pedro Foncea (De Kiruza) que repasan una y otra vez su creación, mientras son registrados por las cámaras del realizador audiovisual Jorge Cabello, acompañado de un equipo técnico que trabaja en en el videoclip. El recibimiento es caluroso, somos el único medio que registrará la jornada.
Todos llevamos mascarillas y los técnicos deambulan por la sala conectando cables, ajustando tiros de cámara y otros detalles. Mientras, Pedro Foncea, de sombrero huaso atado debajo de la mandíbula, toca el piano. Lleva lentes oscuros y una camisa abrochada hasta el último botón.
Jimmy rapea frente al micrófono, entra y sale de la sala, se sienta y se levanta, es un tipo hiperactivo. Lalo por su parte está atento a todo, da instrucciones a la gente del sonido, de las cámaras y ajusta detalles con sus colegas, sin descuidar su máquina de sonido Emus SP 1200, una reliquia histórica heredada del mismísimo Jorge González, quien la ocupó en las grabaciones del disco Corazones en 1989.
Comienzan los registros audiovisuales, el director da indicaciones, todos se ubican en sus puestos y hacen el playback impecablemente. Lalo canta sus partes con templanza. Usa jeans anchos y camisa azul oscura.
Jimmy conversa conmigo mientras salimos a fumar:
-¿Cómo te sientes al grabar con tus compañeros por primera vez?- le pregunto
-Hoy me doy cuenta que esto estaba muy pendiente. Los tres hemos tenido la actitud de ser materia dispuesta, escuchar las propuestas que tenemos y tomar la mejor decisión. Lo veo como algo que tenía que suceder, pasa el tiempo y uno se da cuenta de la inmensidad de lo que significa. En este momento estamos embrujados por la energía y depositados 100% en el cuento, esperamos que esta junta nos siga sorprendiendo, para nosotros es muy significativo, porque tiene que ver con la historia de nuestras vidas, con lo que nosotros amamos hacer y que nos dedicamos en la vida, por lo tanto es muy poderoso-, contesta.
A su lado, Lalo Meneses lo escucha atento. Le pregunto por el momento en que deciden grabar en conjunto, ya hombres maduros y que hicieron escuela “Son momentos bien especiales en los que se da todo esto, por lo que sucede a nivel global con la pandemia, y por un país que viene bien desarmado producto del estallido social. Por otro lado, a esta edad me ha pasado que siento una especie de impaciencia interna, de no encontrar qué hacer o para donde ir: ¿Cómo a los 50 años no vas a tener definido lo que va a pasar mañana? Te da una incertidumbre ‘culiá’ de viejo, pero yo me he refugiado en los ritmos, y el encuentro con el Jimmy y el Pedro me dan una inyección, la música para nosotros por suerte no tiene edad. Hay gente que se queda pegada en una etapa de su vida musical y le cuesta salir de ahí. Nosotros utilizamos elementos antiguos y de hoy, porque somos gente que está todo el día en la música”.
Caminamos de vuelta a la sala de grabación haciendo bromas, donde está Pedro tocando el piano. A Pedro nada lo perturba, nada lo saca de ahí: toca aunque caiga un rayo, se desate un terremoto o explote un volcán. Me siento en el piso y lo escucho improvisar. Se establece una conexión cósmica con él a través de las melodías que surgen de sus manos y de su corazón.
En ese punto he descubierto a tres personalidades con talentos distintos, unidos por un estilo musical en común. Se siente una energía positiva mientras se registran nuevas tomas, todos están preocupados por el otro, ubicados en sus puestos, mientras hacen el playback de la canción que se registra en formato audiovisual. Se nota que son profesionales y sus años de trayectoria: conocen a la perfección de lo que se trata la pega.
Mientras “Sentimientos vitales” suena, es inevitable pensar en los sonidos actuales que pueden estar escuchando los padres del hip hop nacional. Lalo responde “Estamos actualizados, en Chile la gente se encasilla por edad… yo no vacilo con la gente de los 80, a pesar de que escucho esa música, yo vacilo con el hip hop, y con el hip hop hoy día me toca escuchar trap, reguetón, house cuando era breakdancer. A mí me gusta la música y sobre todo las canciones que tienen buenas letras, que no tienen que ser políticas solamente, también pueden ser historias interesantes”.
Se detienen las grabaciones y Pedro con Jimmy rapean en el piano. Más allá, Lalo le enseña a usar la máquina de sonido a uno de los técnicos, creando beats que Pedro acompaña con melodías que inventa en el momento. Jimmy sale de la sala y Pedro se queda registrando una idea, tarareando fonéticamente consonantes y vocales.
Estos tipos nacieron para servir a la música, pienso.
Mientras todos se mueven en la sala, Pedro Foncea se sumerge otra vez en el piano. Tomo nota, me siento en el piso, soy un espía, una espectadora. El momento musical es perfecto, parece un presente de la vida: vine a cubrir la grabación de un videoclip, pero me voy con un regalo. Somos cinco en la sala, y yo, la única mujer.
Un rato más tarde converso con Pedro en la sala de catering: “Es un sueño hecho realidad, es la ley de atracción funcionado en su magnitud y más encima en esta etapa que es tan importante para todos y todas, que recuperamos nuestra esencia humana, que estaba aplastada de diferentes formas y desde hace mucho tiempo. Hacerlo ahora, con la pandemia que ha hecho que no nos podamos abrazar, ni visitar, es una gran prueba. Hay que aprovechar el tiempo y espacio, grabar una canción en este momento fue algo que quisimos los tres, fue completamente sincrónico”.
Volvemos a la sala, quedan tomas por hacer. Jimmy hace flexiones de brazos y un camarógrafo lo registra. Cuando termina hace una mueca para la cámara y se ríe. Es muy entretenido evidenciar cómo los tres se manejan en el arte de hacer un videoclip.
Lalo lleva la batuta, es un buen líder. El director da por finalizada la tarea, hay abrazos, conversaciones finales, fotos y despedidas. Subo las escaleras con Jimmy, conversamos sobre la vida, la pandemia, y la música. Luego llega Lalo, también Pedro. Agradecen la visita, ojalá sea el comienzo de un proyecto mayor, pienso.